Mi respiración es agitada, sudo y se calienta mi sangre, mi movimiento es como una danza: inclino mi cuerpo, danzo con el azadón, cuando subo calculo el golpe y cuando bajo lo hago con fuerza y con esmero, es una tarea agotadora, sin embargo, el viento sopla como alentándome, fuertemente, cálidamente, llamando las nubes. Es como volar, relajarse, conectarse con el suelo, una fusión entre el hombre, la herramienta y el suelo, es como regresar a la naturaleza.
Levanto la mirada del suelo con el pedazo de raíces de pasto Kicuyo en mis manos, retirándolo y dejándolo sobre el suelo alrededor de un círculo para sembrar un árbol, Aliso, Magnolio, Bejuco, y muchos otros propios del lugar, del territorio. Al levantar la cabeza veo la gente trabajar, unos y unas abriendo otros círculos para sembrar más árboles. Otros y otras personas revisando la pequeña huerta que es nuestra excusa didáctica. Otros y otras personas trayendo hidratación: el guadañador se alegra, se quita la careta y apresurado bebe líquido.
Ya cuando estamos terminando y como en muchas Mingas, e inmediatamente después del grito de ¡Ya esta el almuerzo ¡ suena el cielo avisándonos que viene la lluvia, como pidiendo permiso para su trabajo, pues nosotros ya habíamos echo el nuestro en el Humedal La Libélula y en el Centro Experimental Juvenil.
Se llama Humedal La Libélula , por que así se le puso mientras trabajábamos. No es un capricho ONGero, ni un convenio con una institución del estado como el Acueducto o la CAR. Se trata de un nombre legítimo, quiero decir legitimo porque así le puso la comunidad que lo camina, lo siembra y lo defiende. Es a partir de la legitimidad que se genera el conocimiento para nombrar las cosas, es decir, se trata de haber visto libélulas que habitan en el Humedal, porque no podríamos llamarlo el humedal del Elefante, de la luciérnaga o del Chichicuilote, porque no los hemos visto en ese lugar, seria una mentira, una falsedad nombrarlo de esa manera.
Creo que la legitimidad que genera conocer y caminar un territorio es muy valiosa, pues no es posible tenerla solamente en simposios, conversatorios, encuentros, y menos cuando hay gente que se asume como eruditos, grandes pensadores y analistas del Tunjuelo, hablando de él sin siquiera caminarlo, sin siquiera conocerlo, sin siquiera sentirlo, sin olerlo, sin saborearlo, sin haberlo recorrido como lo hacemos nosotros en balsas artesanales, sintiendo sus bravuras como las sentimos cuando naufragamos. No compartimos con esa gente, porque tenemos una ética, una política y una ideología que respaldamos con las acciones intentando que en gran medida sean coherentes con lo que pensamos y decimos.
No sigan hablando de lo que no conocen, primero avancen sobre el conocimiento del territorio, desde lo que significa percibirlo con el tacto al caminarlo, con el olor de sus aguas, el sonido de los gavilanes, la vista de sus paisajes, el sabor de sus frutos. Tunjuelo: lugar de contrastes, colores y diversas manifestaciones de la vida después de la destrucción.
Así, hacemos lo que pensamos, agudizamos la observación, de tal manera que descubrimos e interpretamos cómo era la vida en el Tunjuelo antes de los invasores. Queremos desenterrar nuestra historia del suelo, darle vida, sembrar el futuro descubriendo el pasado. Re-nacer pero descubriendo lo propio, descubriendo eslabones perdidos del gran territorio Muisca, que nos permitan re-hacerlo de la manera mas similar a como era, reconociendo la importancia de los avances hechos por la ciencia y la tecnología de occidente, escogiendo lo que nos sirve de esto, y lo que no.
No pensamos en el poder político, somos poder político, no queremos tomarlo a la fuerza, ya ha habido mucha sangre, mucho dolor, disentimos de esas estrategias para darle paso a los colores y a los cantos, a la voz y a la vida.
Vamos avanzando como gentes del Tunjuelo, como guardianes de la Libélula , como hijos del planeta, hacia una utopía planeada y experimentada desde el hacer, desde lo cotidiano, somos la utopía diariamente en nuestras vidas. De esta manera cuando la guerra por la dignidad, la libertad y la vida la ganemos, no tendremos miedo de afrontar el triunfo, en vivir diferente, por que hemos construido un camino: ya hemos transformado el mundo desde lo que somos.

León
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