El sábado 28 de julio estuvimos en Minga, sembramos árboles, semillas, compartimos la palabra, debatimos mientras los azadones golpeaban la tierra, mientras recogíamos la cosecha de acelga y amaranto para el almuerzo.
Niños, jóvenes y adultos hicieron parte de esta jornada de trabajo por la recuperación de este importante territorio de vida. El humedal tuvo la visita de la Corporación Sie y sus niños quienes hicieron un recorrido por el humedal; llegó comunidad de Ciudad Bolívar, de Tunjuelito, los compañeros del Humedal La tingua Azul, y muchos niños y niñas que estuvieron decorando con sus primeros grafittis las paredes del Centro Experimental Juvenil.
A continuación algunas fotos de este día.

Recuperación del Humedal La Libélula. Ubicado en la localidad de Ciudad Bolívar, en los límites con la localidad de Tunjuelito, tres cuadras al norte desde el portal del Tunal de transmilenio, detrás del Barrio Casalinda, rodeado por el río Tunjuelito. Hace más de 2 años la comunidad, el Centro Experimental Juvenil y El Proceso Popular Asamblea Sur lo han estado recuperando. (Bacatá, Col.)
VISITA ABUELOS Y ABUELAS DE CIUDAD BOÍVAR
Visita realizada el 12 de julio de 2012.




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Semillas que llevaron los aburlos y abuelas. Y tubos para el macrollamas. |
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Macrollamas para preparar el alimento. |
VISITA DE ABUELOS Y ABUELAS DE TUNJUELITO
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Alcaldesa de Tunjuelito, Sandra Rodriguez dando la bienvenida |
Visira realizada el 10 de julio de 2012.
Esperábamos pacientemente, al calor de un tinto, la visita de nuestros mayores, hombres y mujeres que han vivido por muchos años, en esta gigantesca Cuenca del Tunjuelo, más de 150 abuelos y abuelas que venían a conocer el Pantano de la Libélula. Nos dividimos por grupos y empezamos a caminar, nos organizamos de la siguiente manera: en cuatro grupos distintos habría un guía en cada uno, que contaría sobre la experiencia del Pantano. Pero qué gran sorpresa, no teníamos que enseñar nada, realmente la clase la recibimos nosotros. Reconocimos arboles sus nombres, sus usos y recuerdos de infancia. Nos contaron cuando se bañaban, cuando lavaban la ropa, cuando hacían paseos de olla y con toda la familia, casi nos hicieron saborear los cangrejos, los peces y el agua cristalina del Tunjuelo. En esa conversa les contamos de nuestras huertas de la Espiral, de la Abuela, del Caracol y la Serpiente, miraban las semillas y quedamos en el acuerdo de encontrarnos mañana y ojala más días en sembrar la tierra, para activar la memoria y hacerla realidad.
Esperábamos pacientemente, al calor de un tinto, la visita de nuestros mayores, hombres y mujeres que han vivido por muchos años, en esta gigantesca Cuenca del Tunjuelo, más de 150 abuelos y abuelas que venían a conocer el Pantano de la Libélula. Nos dividimos por grupos y empezamos a caminar, nos organizamos de la siguiente manera: en cuatro grupos distintos habría un guía en cada uno, que contaría sobre la experiencia del Pantano. Pero qué gran sorpresa, no teníamos que enseñar nada, realmente la clase la recibimos nosotros. Reconocimos arboles sus nombres, sus usos y recuerdos de infancia. Nos contaron cuando se bañaban, cuando lavaban la ropa, cuando hacían paseos de olla y con toda la familia, casi nos hicieron saborear los cangrejos, los peces y el agua cristalina del Tunjuelo. En esa conversa les contamos de nuestras huertas de la Espiral, de la Abuela, del Caracol y la Serpiente, miraban las semillas y quedamos en el acuerdo de encontrarnos mañana y ojala más días en sembrar la tierra, para activar la memoria y hacerla realidad.
RECORRIDO CON ABUELAS Y ABUELOS DEL TUNJUELO
Martes 10 de junio de 2012, 8 a 10 am.
Nos dividimos por grupos y empezamos a caminar, nos organizamos de la siguiente manera: en cuatro grupos distintos habría un guía en cada uno, que contaría sobre la experiencia del Pantano. Pero qué gran sorpresa, no teníamos que enseñar nada, realmente la clase la recibimos nosotros.
Reconocimos arboles sus nombres, sus usos y recuerdos de infancia. Nos contaron cuando se bañaban, cuando lavaban la ropa, cuando hacían paseos de olla y con toda la familia, casi nos hicieron saborear los cangrejos, los peces y el agua cristalina del Tunjuelo.
En esa conversa les contamos de nuestras huertas de la Espiral, de la Abuela, del Caracol y la Serpiente, miraban las semillas y quedamos en el acuerdo de encontrarnos mañana y ojala más días en sembrar la tierra, para activar la memoria y hacerla realidad.
Esperábamos
pacientemente, al calor de un tinto, la visita de nuestros mayores,
hombres y mujeres que han vivido por muchos años, en esta gigantesca
Cuenca del Tunjuelo, más de 150 abuelos y abuelas que venían a conocer
el Pantano de la Libélula.
Nos dividimos por grupos y empezamos a caminar, nos organizamos de la siguiente manera: en cuatro grupos distintos habría un guía en cada uno, que contaría sobre la experiencia del Pantano. Pero qué gran sorpresa, no teníamos que enseñar nada, realmente la clase la recibimos nosotros.
Reconocimos arboles sus nombres, sus usos y recuerdos de infancia. Nos contaron cuando se bañaban, cuando lavaban la ropa, cuando hacían paseos de olla y con toda la familia, casi nos hicieron saborear los cangrejos, los peces y el agua cristalina del Tunjuelo.
En esa conversa les contamos de nuestras huertas de la Espiral, de la Abuela, del Caracol y la Serpiente, miraban las semillas y quedamos en el acuerdo de encontrarnos mañana y ojala más días en sembrar la tierra, para activar la memoria y hacerla realidad.
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