TODOS LOS DÍAS SON DEL AGUA, NO UNO AL AÑO

El 22 de Marzo se celebró el día Internacional del Agua. Qué tontada de estos "grandes gobernantes del planeta" darle un día al planeta AGUA, del cielo AGUA, de los seres AGUA, este planeta es AGUA, somos AGUA y ellos nos dan un día, ¡qué generosos!.

No necesitamos días especiales institucionalizados que den permiso de celebrar y cantar. Nosotros celebramos todos los días, cada minuto que pasamos en el Humedal La Libélula sembrando árboles, teniendo contacto con el territorio, y lo hacemos muchísimas veces al año. No necesitamos que nos digan cuándo celebrar un día del agua porque para nosotros todos los días son del agua: todos los días tomamos agua, sudamos agua con nuestro trabajo en el humedal. 


Resaltamos profundamente la disposición de las millones de personas en el Mundo que en este día se volcaron a celebrar el AGUA, a pedirle perdón por todo el daño que se la ha causado, es una actitud valiente y honesta. Decirles que nos encontramos en una guerra por el Agua, unos por apropiarla y otros por defenderla, estamos en plena guerra y quienes la defendemos hemos perdido históricamente cientos de batallas, pero seguimos resistiendo, atrincherados, pero en buenas trincheras, con poca tierra, con poca agua pero resolviendo el territorio, descifrando eso que somos, entendiendo la identidad y la cultura nuestra. Esa es la clave de nuestra victoria, porque ganaremos esta batalla cultural, será nuestra de reafirmarnos, de por fin ser lo que somos y no lo que ellos (las multinacionales, gobiernos corruptos) quieren que seamos.


Este día decidimos invitar personas que estaban celebrando el día del agua a que nos acompañaran en nuestro trabajo de siembra, las invitamos a más que un canto a untarse de tierra, a mojarse con la lluvia, a sentirse agua y parte del planeta: entre los invitados tuvimos a Melquisedec Bernal Peña Alcalde de Ciudad Bolívar quien también plantó su semilla, compartió con la comunidad, se emparamó con la lluvia, y resaltó el gran trabajo y resultados  que él mismo ha observado desde hace varios años ayudando al desalojo de invasores oportunistas del Humedal, y apoyando en cierta medida la recuperación del Humedal hecha por la comunidad, el Centro Experimental  Juvenil y el Proceso Popular Asamblea Sur. 













HUMEDAL LA LIBÉLULA



El humedal La Libélula abarcaba un gran territorio, desde el barrio San Vicente por el oriente hasta el barrio Casalinda por el occidente, desde el barrio Meissen por el sur hasta el barrio Isla Del Sol por el norte. 
El mal ordenamiento territorial por parte del Estado, desviaciones del río Tunjuelo con intereses particulares, proyectos ambientales mal ejecutados, levantamiento de jarillones en la rivera del río y la invasión de terrenos han ido reduciendo el humedal a unos cuántos metros en los que actualmente se encuentra. 


Así quedó por el proyecto ambiental mal ejecutado
Actualmente el humedal La Libélula sufre agresiones por parte de personas indiferentes con el medio ambiente: habitantes de calle hacen de él su hogar y su sitio de recolección de material reciclable y no reciclable, quema de llantas y basuras; personas inescrupulosas hacen rellenado con escombros en el costado del Barrio Casalinda con el fin de agrandar un parqueadero ilegal, y en el que las autoridades y entes competentes no hacen nada ante innumerables denuncias: (parece que es un negocio redondo); La mala ejecución de un proyecto ambiental por tratar de construir un camino que comunica al barrio Casalinda con el Barrio Tunal produjo que el humedal se secara porque taponaron la entrada de agua del río Tunjuelo hacia el Humedal, y además de ello durante la ejecución de ese proyecto el humedal fue bautizado con un nombre de un animal que representa la mascota de la empresa Codensa quienes financiaron dicho proyecto, ese nombre fue manipulado y escrito mal para satisfacer una estrategia de mercado y publicidad para la corporación que ejecutó el proyecto: el nombre era humedal luSIErnaga, ¡OJO! así lo escribían, ¡qué buena publicidad, cierto! dos nombres en uno, todos ganaban, la empresa y la corporación, ¿acaso la corporación involucrada fue victima de alguna clase de engaño o se prestaron para eso? ¿y la comunidad qué? ¿la diversidad de fauna y flora del humedal donde queda? Por estudios e investigaciones serias, realizadas inclusive hace muchísimos años  en la sabana de Bacatá, se ha determinado que en ningún suelo mayor a 1800 mts a nivel del mar se encuentran luciérnagas, y mucho menos mal escritas. Hay que nombrar los territorios con animales o plantas que sean nativos y no de otras regiones. La comunidad que ha trabajado por la  recuperación del humedal, sembrando árboles, recogiendo basura y escombros, podando pasto, decidió bautizarlo Humedal La Libélula debido a que allí existe gran cantidad de libélulas que controlan los mosquitos y zancudos: si desea saber cómo se trabaja allí por favor remítase a nuestro archivo llamado "Gente del Tunjuelo y del Humedal La Libélula"  http://humedallalibelula.blogspot.com/2012/03/gente-del-tunjuelo-y-del-humedal-la.html 

Gracias a las lluvias de los años 2009 y 2010 se llenó de vida
Durante varios años se han tocado puertas aquí y allá, en todas las instituciones gubernamentales y ambientales pidiendo información del por qué el Humedal La Libélula no hace parte del inventario de los humedales de Bogotá y tampoco el acueducto da buena explicación, ya que según la ley el Humedal La Libélula cumple con los factores necesarios para considerarse Ronda Hidráulica y la Zona de Manejo y Preservación Ambiental, y citamos de los requerimentos de la Alcaldía Mayor de Bogotá lo siguente: La ronda hidráulica es la franja paralela a la línea media del cauce alrededor de los nacimientos o los cuerpos de agua, hasta de 30 metros de ancho (a cada lado de los cauces), de conformidad con lo dispuesto en el Decreto Ley 2811 de 1974. La ronda hidráulica es fundamental para la estabilidad del ecosistema, y se considera reserva forestal de protección ecológica, ya que abarca las áreas inundables que permiten el paso de crecientes no ordinarias y tiene la función de amortiguar, dinamizar y proteger el equilibrio del humedal, por tanto, no debe ser afectada por desarrollos urbanísticos o edificaciones.  Así que seguiremos insistiendo en que miren el Humedal La Libélula, verifiquen qué obras y proyectos ambientales han afectado negativamente al Humedal y quiénes han estado trabajando en su recuperación y consideren al Humedal La Libélula entre los planes de desarrollo y preservación del ambiente. Esperamos pronta respuesta del Estado a nuestras solicitudes, pero aclaramos que no nos quedaremos de brazos cruzados esperando, continuaremos con nuestro trabajo voluntario y el de la comunidad y su fuerza, involucrándonos y metiéndonos con la gente en el pantano para sentirnos parte del territorio y aprovechar las herramientas pedagógicas que desde la misma naturaleza brotan para seguir humanizandonos y reconfirmar que la vida está en el lugar que sentimos, en el suelo que sembramos, donde dejamos nuestras células, donde fortalecemos nuestros pensamientos, no en el que nos demarcan las instituciones ni entre las 4 paredes donde pretenden que nos encerremos a pensar y "descansar".     



Gente del Tunjuelo y del Humedal La Libélula


Mi respiración es agitada, sudo y se calienta mi sangre, mi movimiento es como una danza: inclino mi cuerpo, danzo con el azadón, cuando subo calculo el golpe y cuando bajo lo hago con fuerza y con esmero, es una tarea agotadora, sin embargo, el viento sopla como alentándome, fuertemente, cálidamente, llamando las nubes. Es como volar, relajarse, conectarse con el suelo, una fusión entre el hombre, la herramienta y el suelo, es como regresar a la naturaleza.
Levanto la mirada del suelo con el pedazo de raíces de pasto Kicuyo en mis manos, retirándolo y dejándolo sobre el suelo alrededor de un círculo para sembrar un árbol, Aliso, Magnolio, Bejuco, y muchos otros propios del lugar, del territorio. Al levantar la cabeza veo la gente trabajar, unos y unas abriendo otros círculos para sembrar más árboles. Otros y otras personas revisando la pequeña huerta que es nuestra excusa didáctica. Otros y otras personas trayendo hidratación: el guadañador se alegra, se quita la careta y apresurado bebe líquido.

Ya cuando estamos terminando y como en muchas Mingas, e inmediatamente después del grito de ¡Ya esta el almuerzo ¡ suena el cielo avisándonos que viene la lluvia, como pidiendo permiso para su trabajo, pues nosotros ya habíamos echo el nuestro en el Humedal La Libélula y en el Centro Experimental Juvenil.
De esto y de muchas cosas más, es trabajar en la recuperación del Humedal La Libélula, que es un pantano, humedal y meandro ubicado en el sur de Bogotá, no es el último si no uno de los últimos de una cadena de colchones de agua pertenecientes al río Tunjuelo que conecta las líneas imaginarias de Ciudad Bolívar y Tunjuelito cerca de la internacional Av. Boyacá.
Se llama Humedal La Libélula, por que así se le puso mientras  trabajábamos. No es un capricho ONGero, ni un convenio con una institución del estado como el Acueducto o la CAR. Se trata de un nombre legítimo, quiero decir legitimo porque así le puso la comunidad que lo camina, lo siembra y lo defiende. Es a partir de la legitimidad que se genera el conocimiento para nombrar las cosas, es decir, se trata de haber visto libélulas que habitan en el Humedal, porque no podríamos llamarlo el humedal del Elefante, de la luciérnaga o del Chichicuilote, porque no los hemos visto en ese lugar, seria una mentira, una falsedad nombrarlo de esa manera.
Se nombra Humedal La Libélula porque mientras trabajamos en él hemos visto libélulas que se posan sobre las plantas de higuerilla, sobre el suelo, sobre los árboles que hemos sembrado, incluso sobre nuestros azadones; son esquivas pero las vemos con cierta regularidad. Así mismo vemos culebras, ranas, lombrices y gusanos, gaviotas, gavilanes, lechuzas, patos y tinguas que han empezado a reconocer su hogar que está cobrando vida.
Creo que  la legitimidad que genera conocer y caminar un territorio es muy valiosa, pues no es posible tenerla solamente en simposios, conversatorios, encuentros, y menos cuando hay gente que se asume como eruditos, grandes pensadores y analistas del Tunjuelo, hablando de él sin siquiera caminarlo, sin siquiera conocerlo, sin siquiera sentirlo, sin olerlo, sin saborearlo, sin haberlo recorrido como lo hacemos nosotros en balsas artesanales, sintiendo sus bravuras como las sentimos cuando naufragamos. No compartimos con esa gente, porque tenemos una ética, una política y una ideología que respaldamos con las acciones intentando que en gran medida sean coherentes con lo que pensamos y decimos.
Por favor, grandes señores y pensadores del Tunjuelo, camínenlo, navéguenlo, escúchenlo, tiene mucho que decir, es un río que cultiva su propia huerta con gran esmero, que lleva vida y la reparte sobre su rivera, que con agrado exhibe su Ají, su Quinua, su Uchuva, sus Calabazas, sus árboles de Sauco y sus hermosas Higuerillas.
No sigan hablando de lo que no conocen, primero avancen sobre el conocimiento del territorio, desde lo que significa percibirlo  con el tacto al caminarlo, con el olor de sus aguas, el sonido de los gavilanes, la vista de sus paisajes, el sabor de sus frutos. Tunjuelo: lugar de contrastes, colores y diversas manifestaciones de la vida después de la destrucción.
Así, hacemos lo que pensamos, agudizamos la observación, de tal manera que descubrimos e interpretamos cómo era la vida en el Tunjuelo antes de los invasores. Queremos desenterrar nuestra historia del suelo, darle vida, sembrar el futuro descubriendo el pasado. Re-nacer pero descubriendo lo propio, descubriendo eslabones perdidos del gran territorio Muisca, que nos permitan re-hacerlo de la manera mas similar a como era, reconociendo la importancia de los avances hechos por la ciencia y la tecnología de occidente, escogiendo lo que nos sirve de esto, y lo que no.
Estamos descubriendo el agua tibia, lo que todo el mundo conoce, pero que pocos hacen, que muchos nombran pero pocos hacen, descubrir lo hermoso de lo pequeño, de sembrar la tierra, como elemento principal de la vida, no queremos el poder político, el poder es no poder, no poder gobernarse, no poder pensarse, no hacerse seres humanos, en cambio nosotros lo ejercemos, lo construimos desde abajo, convencidos de los saberes y conocimientos de nuestras gentes.
No pensamos en el poder político, somos poder político, no queremos tomarlo a la fuerza, ya ha habido mucha sangre, mucho dolor, disentimos de esas estrategias para darle paso a los colores y a los cantos, a la voz y a la vida.
Vamos avanzando como gentes del Tunjuelo, como guardianes de la Libélula, como hijos del planeta, hacia una utopía planeada y experimentada desde el hacer, desde lo cotidiano, somos la utopía diariamente en nuestras vidas. De esta manera cuando la guerra por la dignidad, la libertad y la vida la ganemos, no tendremos miedo de afrontar el triunfo, en vivir diferente, por que hemos construido un camino: ya hemos transformado el mundo desde lo que somos.

Disponemos entonces el mensaje de las gentes del Tunjuelo y la Libélula, que consiste en construir ese camino, en que la humanidad se humanice, no solo con la telaraña del discurso, sino con los objetos y acciones que lo permitan, objetos con espíritu y dispuestos para darle vida a la vida; el mensaje del generador Eólico, de las bici máquinas, de los fogones de aserrín, del Humus de lombriz, del papel de pasto, del azadón, de la pica, de la pala, del rastrillo, del abre-bocados, del palín, del costal, del horno de ladrillo, de las semillas de todas las plantas de todo el planeta, de la coca y el ambil, de los escombros reutilizados, de las ventanas con tabla y botella reciclada, de los baños secos Ese es el mensaje que a diario damos en el Humedal La Libélula y en el Centro Experimental Juvenil de la mano con el Proceso Popular Asamblea Sur con todos estos objetos y acciones que nos acompañan hace más de 9 años.

León 

VIDEOS RECUPERACIÓN DEL HUMEDAL LA LIBÉLULA

En estos videos se puede observar una pequeña parte de todo lo que hemos hecho en comunidad y los propósitos con el Humedal La Libélula.





INVASIÓN EN EL HUMEDAL LA LIBÉLULA, agosto 2011



Por: Colectivo de Comunicación La Periferia Literaria. Agencia de comunicaciones Techotiba

El amplio territorio de Bacatá del que hace parte esta enorme urbe donde convivimos cerca de ocho millones de habitantes, está hermanado por las aguas que recorrían de cabo a rabo la sabana bogotana; para ser más exactos el cacicazgo de la confederación Muisca o Chibcha enmarcado en un territorio que cubría el territorio que va desde Funza hasta Tunja. Todos estos territorios ancestrales han tenido un problema, y es que el 6 de agosto de 1538, con Gonzalo Jiménez de Quezada al mando, se inicia el problema de la falsa titulación de tierras.



Como conmemorando la fecha, 473 años y un día después, en plena madrugada del 7 de agosto, unos urbanizadores piratas llegaron a instalarse en la ronda del humedal La Libélula, ubicado los límites imaginarios entre las localidades de Ciudad Bolívar y Tunjuelito, exactamente detrás del portal del Tunal. Con 10 vacas para pastorear y un furgón lleno de enseres, dispusieron del terreno, lo cercaron y se instalaron, alegando el alquiler del terreno con el fin de pastorear.



Ante la invasión se llevó a cabo una convocatoria con el fin de movilizar a todas las entidades y autoridades hasta el lugar para aclarar la situación y recuperar el territorio ultrajado. El lunes 8 de agosto se buscaba esclarecer la situación ante la convocatoria masiva que incluía a representantes de la comunidad, organizaciones sociales de diversas localidades, la concejal Ati Quigua, funcionarios del Jardín Botánico, Empresa acueducto de Bogotá y de las alcaldías locales de Tunjuelito y Ciudad Bolívar. Ante una serie de determinaciones se dictaminó la recuperación inmediata del espacio. Cuando se realizaba la diligencia por parte de las autoridades y la comunidad, apareció el oficial retirado del ejército Héctor García, alegando no sólo ser el dueño de este terreno sino de 1055 hectáreas de territorios que incluyen reservas ecológicas del sur de Bogotá. Las escrituras en las que ampara la supuesta propiedad fueron pagadas en 1977 a Luís Alejandro Martínez Guío. Ante los reclamos de la comunidad por la actividad, García, alegó que estos terrenos los tenía dispuestos para la creación de una serie de urbanizaciones que cubrirán el sur de la ciudad. Lo curioso es que sin un sustento jurídico serio, sin una sentencia que declare la legalidad de esta acción y bajo el amparo de unas escrituras de las que no se pudo comprobar la legalidad, se invadió un espacio público, reservado para actividades ecológicas y en proceso de recuperación.




El humedal de la libélula pertenece a la cuenca del río Tunjuelo, es un espacio público y ecológico, es uno de los colchones del río, además de estar incluido en proyectos para la recuperación de espacios ambientales catalogados como rondas hídricas de recreación pasiva, es decir que está prohibida cualquier otra actividad diferente a la ambiental. Desde hace aproximadamente ocho años se realiza un proceso de recuperación por parte de la comunidad organizada del Tejar de Ontario, con la intervención de organizaciones sociales de base y en la actualidad se cuenta con la asesoría del Jardín Botánico.
Por suerte para muchos, esa tarde se recuperó el espacio ecológico. La comunidad, en pleno, hizo efectiva la defensa de los pocos recursos ecológicos que quedan en medio de la ciudad. Hay que recordar el valor que tienen los humedales para el sostenimiento de la vida, para el equilibrio natural y es claro, y debe serlo, que no hay dinero, oro, petróleo, ni cemento que valga más que una reserva natural. Por lo mismo hay que defender el agua y los territorios como un legado ancestral para las futuras generaciones.

Al parecer esto no es nuevo bajo el precario sol bogotano. Pero ya hay casos comprobados y de cierta manera olvidados a lo largo y ancho de un territorio ancestral tomados por los latifundistas que van más allá de cualquier noble intención sobre las reservas ecológicas, intentan hacerlas desaparecer dándole curso a proyectos de construcción. Bajo el gobierno del hoy candidato oficialista a la alcaldía Enrique Peñalosa se creó el Banco de tierras (Decreto 161 de 1999), un postulado que no apunta a otra cosa que habilitar los abusos sobre el suelo para fomentar la construcción. En esta zona de la ciudad multinacionales cementeras como Cemex y Holcim Colombiana S.A amparadas en leyes de este tipo desangran el río Tunjuelito. Pero aún continúa la lucha por la defensa de los territorios vitales para la ciudad.


VIDEO DE LA INVASIÓN